Bebé: 28 preguntas al pediatra

Se hace a todos los recién nacidos para detectar problemas metabólicos, entre ellos una enfermedad llamada fenilcetonuria. Para que el bebé la padezca, los dos padres deben ser portadores de la enfermedad. Si la sufre, tendrá que seguir una dieta.

El color amarillento de la piel suele remitir con la exposición a la luz solar. Si se prolonga más de diez días en bebés que toman pecho (de tres en los alimentados con leche de fórmula), hay que llevarle al pediatra. De todas formas, se realizan controles analíticos frecuentes hasta que esté controlado.

Sí, muchos bebés nacen con rarezas, como la cabeza apepinada (se debe a la adaptación de los huesos craneales para atravesar el canal del parto y se corrige en unos meses) o los ojos hinchados (desaparece en horas). Otros aspectos “raros” , como tener los genitales inflamados, un ligero sangrado vaginal o excretar gotas de leche por el pecho, también son transitorios; se deben a la influencia de las hormonas maternas.

Se trata de un chasquido que se oye al explorar las caderas del recién nacido. Si no se acompaña de inestabilidad en la articulación, no precisa tratamiento. Sí hay que hacer una ecografía al mes de vida para comprobarlo.

No existe un tratamiento específico para este problema. Intenta que no trague aire en las tomas, favorece su expulsión tras las mismas y masajea la tripa durante el cólico.

Evita ofrecerle comida que esté caliente y si ya toma más alimentos además de la leche materna dale líquidos (pero no zumo de naranja). Extrema la higiene y llévale al pediatra para que le recete un gel o una pomada que le calme y elimine el hongo.

En el bebé de pocos meses es frecuente que la zona en contacto con la sábana pierda pelo. Al variar sus posturas el pelo vuelve a crecer. Si aparecen calvas en zonas no sometidas a roce, coméntaselo al pediatra.

Conviene que los elimines. Puedes hacerlo utilizando un aspirador nasal o suero fisiológico. El Colegio Profesional de Fisioterapeutas de la Comunidad de Madrid recomienda hacer un lavado nasal diario, aplicando monodosis de suero en cada orificio de la nariz, si el niño está sano, y unos cinco al día como mínimo si está enfermo y respira mal.

Son escamas amarillentas y grasientas. No se las quites en seco., mejor frótale con vaselina, espera media hora, lávale la cabeza con agua y un producto adecuado para la higiene del bebé y seca suavemene. Sigue así una semana.

Si son regurgitaciones no pasa nada. Pero si vomita una cantidad mayor y de una manera brusca (“en escopeta”, como si fuera un proyectil), debes consultarlo con su pediatra. También es importante el control del peso.

No reviste importancia. En algunos niños el músculo cremáster se contrae ante ciertos estímulos (el frío, el tacto) y hace que los testículos asciendan. Otros estímulos, como el calor o la relajación, hacen que vuelvan a bajar a la bolsa.
Hasta los 4 o 5 años pueden seguir así. El pediatra recomendará una eco para valorar la forma y el tamaño.

Una de las dudas más frecuentes es si los angiomas se quitan con el tiempo. Depende del caso. Ante todo, cualquier mancha debe examinarla y diagnosticarla el pediatra o el dermatólogo. Y, por regla general:

Los angiomas tuberosos y cavernosos (formados por una o varias manchas de color vino tinto y con relieve) pueden desaparecer de forma espontánea en los primeros años de vida.
Los planos suelen persistir y es necesario un tratamiento con láser decolorante que destruye de forma selectiva los vasos sanguíneos para eliminarlos.

Son espasmos del lloro y no revisten gravedad. Lo importante es que mantengas la calma. Puedes soplarle o echarle unas gotas de agua en la cara para que vuelva a reaccionar.

Si tiene más de 38 °C quítale la ropa (déjale con pañal) y dale el antitérmico que te haya indicado el pediatra (no se lo des sin consultarle). Si a los 30 minutos no hace efecto, báñale en agua a una temperatura dos grados inferior de la del cuerpo del niño. Si no baja, ve al médico.

Eso sí, si es menor de un mes id al pediatra en cuanto tenga décimas.

Es una irritación por el contacto de la piel con la orina y las heces en la zona cubierta por el pañal. Desaparece en pocos días siempre que le cambies el pañal a menudo, limpies bien la zona, la seques sin friccionar y le pongas una pomada con óxido de zinc. Hay que diferenciarlo de otras dermatitis o eccemas.

Si tiene diarrea debe verlo el pediatra. Para evitar la deshidratación hay que ofrecerle suero oral de farmacia durante varias horas (entre 6 y 12) cada 20-30 minutos e incluso a demanda del niño. Si ya toma otros alimentos aparte de la leche materna, al cabo de las 6-12 horas con rehidratación oral se le pueden ofrecer alimentos astringentes: arroz, pollo, zanahoria, manzana, plátano, limón.

Hasta el cuarto mes es imprescindible esterilizar sus chupetes, mordedores y biberones tras cada toma, y algunos pediatras incluso alargan este periodo hasta el sexto mes.

Suele aparecer durante el primer año de vida, generalmente a partir de los 3 meses, y mejora con la edad. Precisa tratamiento, pero en la mayoría de los casos desaparece antes de que el niño llegue a la pubertad.

En los bebés, la nariz, la garganta y los oídos están muy cerca y es muy fácil que los gérmenes que han provocado un proceso catarral pasen al oído y lo infecten.
Me planteo si vacunarle o no…
Pues debes saber que si no lo haces corres un riesgo. En los primeros meses el bebé tiene defensas recibidas de la madre, pero después necesita que su organismo sea estimulado para crear anticuerpos.

Este problema mejora en los primeros meses de vida por la maduración progresiva del cardias (parte que une el esófago con el estómago) y, sobre todo, al introducir la alimentación complementaria a partir del sexto mes: al ser más espeso el alimento lo retiene mejor.

Para mitigarlo se recomienda no mover al niño después de las tomas y mantenerlo semiincorporado en la cuna, poniendo una almohada bajo el colchón. Y si toma leche de fórmula, hablar con el pediatra para cambiar a una leche AR (antirregurgitación).

Para saber si está estreñido, además de tener en cuenta la frecuencia de las deposiciones (más de tres días sin defecar), has de observar la consistencia de las heces (duras y secas, como pelotitas) y si llora y muestra dolor al hacerlas.

Cuando el niño atraviesa una enfermedad o la está incubando, los ganglios cercanos se inflaman. Es una reacción defensiva normal. Si está sano y observas que algún ganglio aumenta de volumen, díselo al pediatra.

Puede deberse a varias causas: conjuntivitis (por infección o por alergia), traumatismo (golpe o arañazo) o la obstrucción del conducto lagrimal. En la mayoría de los casos se soluciona aplicando gotas antibióticas para tratar la infección del ojo o con un masaje sobre el saco lagrimal durante los primeros seis meses de vida para desobstruir el conducto.

El pediatra suele recomendar una práctica diaria que consiste en retirar hacia atrás la piel del glande. Si es muy cerrada, sobre todo en niños pequeños, hay que tener mucho cuidado, ya que se corre el riesgo de un estrangulamiento del glande. En estos casos es el pediatra quien debe realizar la práctica hasta alcanzar la suficiente dilatación como para que la madre continúe.
No obstante, entre el 10% y 12% de estos casos requieren intervención quirúrgica.

Los soplos no patológicos son los más frecuentes en los recién nacidos. No necesitan tratamiento y pueden tardar en desaparecer hasta la adolescencia. Pero todo soplo en el corazón debe ser valorado por el cardiólogo.

Se recomienda operar cuando el niño tiene seis episodios de amigdalitis (fiebre y placas) en 12 meses, o cinco episodios en 12 meses durante dos años seguidos, o cuatro en 12 meses durante tres años seguidos.

La halitosis es un problema que puede afectar hasta al 20% de los niños. La causa no suele ser importante, de hecho la mayoría de las veces se debe a una mala higiene bucal.